El triunfo de lo imposible
Cierro los ojos y su imagen flota junto a mi: un loco de dientes sudorosos con una mirada que martillea mi cerebro. Sus manos se extienden y me alcanzan. Y refunfuña todo el tiempo, dice la verdad. La verdad es como una manta que siempre te deja los pies frios; la estiras, la extiendes y nunca es suficiente, la sacudes, le das patadas pero no llega a cubrirnos.
Y desde que llegamos, llorando, hasta que nos vamos, muriendo, solo nos cubre la cara mientras gemimos, lloramos y gritamos.
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