Miedo



Miedo

Miedo no, pánico.

Pánico porque sin saber cómo ni desde cuándo tienes el poder de destrozarme; ya ni siquiera me sirve esa pobre protección que he tenido hasta ahora, y que de hecho sigo teniendo aunque contigo no vaya a funcionar, esa de no importarme lo que diga o lo que pueda hacer la gente a mi alrededor, esa de no dejarme afectar por la indiferencia. Ahora sé que podría romperme en mil pedazos en cualquier momento y odio profundamente esa debilidad, pero no puedo evitarla (¿y desde cuándo no puedo evitar tal cantidad de cosas?).

Evidentemente no se notaría en absoluto o al menos lo haría mínimamente pero dentro de nada podría estar hecha añicos sin tener nada que ver en el proceso, sin poder controlar lo que ocurra, porque de un tiempo a esta parte me he convertido en una marioneta de mi propia historia: no sé qué ocurrirá a continuación, me falta la mitad de la información en todo momento porque eres tú quien la tiene y nunca he sido el tipo de persona que confía ciegamente en los demás; puede parecerlo porque creo en la bondad de los demás, no me escandalizo con facilidad y tengo fe, pero no es así, en realidad lo que ocurre es que no necesito confiar en los demás porque pienso siempre lo peor, cuento con que podrían hacer aquello que temo y si eso llegase a pasar, sé qué podría hacer para minimizar daños; no me preocupan la mezquindad o la crueldad porque siempre he podido controlarlo para que no me afecte tanto.

El problema radica en que me importa; me da igual haberlo podido controlar o que ya contase con ello antes de tiempo porque si algo malo ocurre, me va a importar, y mi reacción natural a este tipo de peligro es darme a la fuga, pero ya no quiero y eso me va a traer más problemas de los que pueda parecer (y empiezo a contradecirme y a quedarme sin palabras).

Siempre he tenido un plan a seguir aunque no a la manera clásica de punto por punto sino teniendo un fin último e ir consiguiendo y atrayendo todo aquello que me pudiese acercar a él, sin prisa y entreteniéndome más de lo necesario la mayor parte del tiempo, pero con una meta al fin y al cabo, y todo eso se ha acabado. Ya no tengo ningún plan.

Tengo todo lo que puedo desear, se podría decir que soy feliz, pero paradójicamente eso no me hace feliz en absoluto, porque la felicidad no es eterna y simplemente estoy esperando pacientemente a que se acabe, supongo que se me da mejor manejar los momentos de tristeza que los de alegría, no sé, no es tan raro, tampoco se me da bien la compañía.

En cualquier momento te vas a dar cuenta de que no compensa renunciar a todo lo que has dejado atrás por algo que, no nos engañemos, no está tan bien; podrías descubrir que sólo he sido un velo que te ha cegado durante un tiempo, haciéndote creer en un mundo lleno de promesas y que en realidad no es más que una utopía. Estar en paz es, sin duda, muy importante, pero ¿quién no preferiría la adrenalina corriendo por sus venas, tensando sus tendones y haciendo rugir sus entrañas?; puede que eso haga sufrir pero supongo que los momentos de felicidad y las reconciliaciones también serían más intensas, porque la paz la dan las madres, los hermanos e incluso los amigos y no entiendo cómo no te has dado cuenta aún, aunque soy demasiado egoísta para hacértelo ver.

¿Por qué estoy así? ¿Qué es lo peor que podría pasar? Lo peor que podría pasar es que esto cada vez está más fuera de mi alcance y cuanto más adelante sigo va a más; lejos de ir menguando poco a poco, de ir normalizándose y acostumbrarme a ello con tranquilidad sigo cardíaca y me gusta. Genial, ¿eh? Lo peor de todo es que me gusta porque me hace sentir viva (aunque a punto de morirme en cualquier momento).

Porque yo no necesito absolutamente nada para ser feliz, de hecho es extraño que los mejores momentos que recuerdo estaban vacíos de conversaciones y cosas materiales, pero para la mayoría de las personas (y temo que te encuentres entre ellos) la vida consiste en hacer cosas, en conseguir cosas y en disfrutar de todas ellas, y yo no valgo para eso.

La gente a mi alrededor va y viene, nunca he sido capaz de retener nada mucho tiempo a mi lado y siempre he sido sólo una parada antes de proseguir su camino hacia su lugar en la vida. Es cierto que a veces duele no ser más que eso, pero en otras muchas me alegro de por lo menos haber contribuido a que encuentren la “paz” necesaria para escucharse a sí mismos, de que me recuerden vagamente con una sonrisa y de que hayan encontrado lo que buscaban.

Y no es que estas cosas me hagan ilusión o no; mi sueño nunca ha sido estar a la sombra de un gran hombre ni he sido de esas niñas que andaban poniéndole el nombre a los hijos que tendrían o eligiendo las cortinas que pondrían en la cocina con su marido, yo no he necesitado ni querido nunca un novio o algo así, pero no por nada, es que simplemente me parece una soberana gilipollez eso de que a tal edad hay que ir buscándose un tipo y a tal otra formalizando. Pero no me malinterpretes, no es que no esté jodidamente ilusionada, sino que lo que a mí me hace feliz no es darle nombre a las cosas, darle estatus u orden de preferencia, ser el primero o el último.

No me hace ninguna ilusión “un chico” o “un beso” y creo que de eso es de lo que no te has dado cuenta; a mí lo que me hace ilusión es como me siento en Pza. España o en cualquier otro sitio, como si fuese a explotar, como si estuviese al borde de algo, como si hubiese llegado a casa después de una larguísima caminata. Me hace ilusión que me mires como si fuese algo más de lo que soy, me hace ilusión recibir tanto cariño sin merecerlo, me hace ilusión y me da pavor sentir que confío en alguien casi más de lo que confío en mí.

Pero sinceramente, no me creo nada, lo siento pero es así; estoy esperando a levantarme una mañana y que todo haya sido un bonito sueño, que pase de largo como todos los demás y que seas feliz para siempre con alguien que sea capaz de darte lo que necesitas todos los días, con alguien que dé la talla y que no tenga problemas mentales.

A nadie le gusta pasarse la vida esperando y siento que estar cerca de mí es estar siempre esperando algo (a que esté preparada, a que me decida o incluso a que llegue) y eso no debería ser así ¿dónde estará tu límite? Y, sobre todo, ¿quién soy yo para ponerlo a prueba?

Tengo ansiedad y nervios, tengo ilusión y soy feliz, tengo miedo y no sé cuánto va a durar.

(Semana Santa aproximadamente)

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