"Este "adiós" no maquilla un "hasta luego", este "nunca" no esconde un "ojalá", estas cenizas no juegan con fuego, este ciego no mira para atrás. Este notario firma lo que escribo, esta letra no la protestaré. Ahórrate el acuse de recibo... estas vísperas son las después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez ya no muere por tu boca, este loco se va con otra loca, estos ojos no lloran más por ti."
- Estoy cansada. - ¿De ésos? - De todos vosotros. - Ah. - Ellos me han dado las más grandes pruebas de amor... Cósimo escupió. - ... Pero no me bastan. Cósimo alzó los ojos hasta ella. Y ella: - Tú no crees que el amor sea entrega absoluta, renuncia de uno mismo... Estaba allí en el prado, hermosa como nunca, y la frialdad que endurecía apenas sus rasgos y el altivo porte del cuerpo habría bastado muy poco para disolverlos, y volverla a tener entre los brazos... Podía decir algo, Cósimo, cualquier cosa para ir hacia ella, podía decirle: "Dime lo que quieras que haga, estoy dispuesto...", y habría vuelto la felicidad para él, la felicidad juntos, sin sombras. En cambio dijo: - No puede haber amor si no se es uno mismo con todas sus fuerzas. Viola hizo un movimiento de contrariedad que era también de cansancio. Y sin embargo, aún habría podido entenderlo, como de hecho lo entendía, es más, tenía en la punta de la lengua las palabras para decir: "Tú eres como yo
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