Labia

El corazón humano puede ser algo tan extraño como una pistola humeante. Una vez que está cargado, lo prudente es mantenerse alejado de él. Cuanto más lejos, mejor. Uno nunca puede saber de dónde vendrán los disparos. Se oye clic. Una bala surca el espacio. El pequeño proyectil sigue su rumbo. Va en busca de su destino. Está hambriento. El aire se calienta con su roce. Uno no nota nada, no siente nada, han pasado unos pocos segundos, pero en ese breve intervalo algo crucial ha ocurrido sin que nos demos cuenta. No sentimos dolor, sólo un ligero pinchazo de picadura de avispa y un principio de mareo. Nada que tenga importancia. Nada, a excepción de unas cosquillas feroces en el estómago y un charco negro en el suelo que aumenta de tamaño.

Han apretado el gatillo. Han vaciado el cargador. El corazón está descargado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

So you want to be a writer...

Mi dieta particular