Más allá de la Navidad

Cuando quieres luchar por un ideal... hay una sonrisa más.
Y hoy, aunque sólo sea hoy, me toca a mí luchar por este día, por la ilusión de la Navidad, por la celebración del amor universal y humano.
Y defender las sonrisas de esos niños que se acuestan emocionados esperando que sus regalos lleguen mágicamente, por las de esas madres que sueñan con las luces de la calle y miran al cielo ilusionadas y nostálgicas por los que no están, las de esos padres que se recorren media ciudad para encontrar los regalos de sus niños y este día están un poco más blanditos.
Porque hoy da igual en quién creas o a quién adores, no importa lo que comas ni tus opiniones políticas, es indiferente si llevas tus mejores galas o no te quitas el pijama en todo el día.
Porque hoy celebramos un nacimiento, un solsticio, que es martes, que estamos de vacaciones... qué más dará lo que estemos celebrando con tal de tener algo que celebrar. Con tal de reunirte con ese amigo con el que has crecido y has hecho todas tus travesuras infantiles, con tal de enviarle un mensaje a esa amiga que ha sido tu confidente y apoyo, con tal de ver a esos abuelos a los que nunca tienes tiempo de visitar o a esos primos que cada vez están más mayores.
Con tal de reunirte con ese equipo de fútbol que tantos buenos fines de semana te ha dado, con esos amigos del colegio a los que siempre -por muy improvisado y desastroso que sea el plan- te hace ilusión ver, con esos compañeros de clase que hoy parecen un poco mejores personas, con esos nuevos compañeros que envían mensajes a horas intempestivas y hacen las clases bastante más divertidas, con esos amigos del pueblo... tanta y tanta gente para la que en estas fechas conseguimos sacar unas horas...


Cuando miras la estrella que oculta la niebla...
Porque en este día parece que todo es posible, como si esa estrella fugaz nos guiase por el camino correcto y todo estuviese cubierto por un halo de luz.
Hoy todos esos problemas que nos tienen de mal humor y preocupados parecen menos importantes; es infinitamente más apremiante decidir entre rojo y oro o azul y plata... 


Cuando quieres de verdad...
Y mirar a escondidas cómo se maquilla para estar perfecta en este día especial, cómo pone todo su empeño en que sus zapatos combinen con su ropa, en que la mesa tenga un aspecto increíble, en oler de una forma deliciosa... o cómo él se pasa el día de un lado para otro para cumplir con las exigencias de esa loca que encuentra pegas a todo, cómo se queja por todo pero accede a ponerse esos zapatos tan incómodos sólo por verla feliz.
Y llamar a todas esas personas que están lejos y que sus sonrisas al oír tu voz atraviesen miles de cables telefónicos.
Y llorar... llorar recordando todos esos abrazos que ya no le podrás dar, todos esos apretones de manos que ya no tendrán lugar, todos esos aros rosas que ya no te va a comprar y todos esos capítulos de Walker que ya no verás, porque él no está.

Cuando das sin esperar...
La felicidad propia, el egoísmo... hoy no caben, hay demasiado amor que repartir, demasiada ilusión que provocar.
Hoy no importa servirle el vino al resto, o tener que pelarle los langostinos a alguien... y muchas de las conversaciones se trasladan a la cocina mientras se ayuda a los anfitriones y a nadie le importa tener que llevar de vuelta a aquellos que no pueden llegar solos a sus casas ni arropar al que se ha quedado dormido en el sillón.

Cuando sientes compasión del amigo y su dolor...
Hoy somos un poquito menos indiferentes al sufrimiento ajeno. Todos tenemos un pensamiento para esas personas que están pasando frío, hambre, sufrimiento... ya no sólo esos que, de tan lejos, parecen irreales con sus tripas hinchadas de inanición sino esos que son nuestros vecinos, a los que vemos todos los días en las puertas de los supermercados o de la iglesia, esos que nos saludan todas las mañanas en el metro y rebuscan entre aquello que nosotros desechamos.
Esas personas que han trabajado toda su vida por un futuro y que lo han perdido todo.
Hoy todo el dolor del mundo es nuestro, hoy todos colaboramos para llevar esa carga, y entre todos pesa menos.

Cuando brindas perdón en lugar de rencor...
Es curioso como casi todo se arregla con un "ey, que hoy es Navidad" y pedir perdón no parece tan complicado.
Hay demasiada comida en la mesa y demasiada familia a la que atender como para perder el tiempo o la compostura por cualquier tontería.

Cuando a un mismo cantar has unido tu voz...
Nadie está solo en Navidad, ya sea cantando villancicos, enviando mensajes de móvil, discutiendo como verdaderos debatientes, riéndose de ese tío que se ha excedido con el cava o apretujándose en un sillón...todos tenemos un lugar en el que estar, alguien a quien felicitar o cosas que preparar.
Y todos hacemos piña para que ese primo que se ha quedado sin matrimonio se sienta un poquito menos solo, para que esa tía en el paro no se acuerde del trabajo y para que esos niños no se aburran y siempre tengan a alguien con quien jugar.

Hoy lo importante no es qué se celebre ni cómo se celebre. Lo único que de verdad importa (y no sólo hoy) es con quién. 

Felicidad... ilusión... y amor para todos.



Hay paz en tu corazón.

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