El verano se hace palpable en esa esponjosa cuenta atrás de junio. Es extraño: cada año esa alegría un poco triste, alegría caliente y el olor a barbacoa, a crema para el sol, a plástico hinchable, a sal en las raíces. De nuevo los mosquitos. De nuevo una mejilla más roja que la otra. Chapotear haciendo planes. Hacer listas nos ayuda a recordarnos un poco de niños. Debería haber un diccionario exclusivo para la palabra "verano". Allí cada uno dejaría apuntado su significado, su huella, su trozo de sueño tibio. El verano es el resto de césped que pica por todo el cuerpo. Una noche larguísima con amigos en la azotea, derramando bebidas, mordisqueando patatas. Palabras que tintinean al ritmo de la música. Verano: canciones malas pero bailables. Sudor en las páginas del diario. Un listado infinito de planes. Luz que se cuela aventurera por un orificio y nos muestra que hay algo más allá. Mucho más.