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Mostrando entradas de abril, 2014

Zorrilla

Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!, que no podré resistir mucho tiempo, sin morir,  tan nunca sentido afán. ¡Ah! Callad, por compasión, que oyéndoos, me parece que mi cerebro enloquece y se arde mi corazón. ¡Ah! me habéis dado a beber un filtro infernal sin duda que a rendiros os ayuda la virtud de la mujer. Tal vez poseéis, don Juan,  un misterioso amuleto, que a vos me atrae en secreto como irresistible imán. Tal vez Satán puso en vos su vista fascinadora, su palabra seductora, y el amor que negó a Dios. ¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!, sino caer en vuestros brazos, si el corazón en pedazos me vais robando de aquí? No, don Juan, en poder mío resistirte no está ya: yo voy a ti, como va sorbido al mar ese río. Tu presencia me enajena, tus palabras me alucinan, y tus ojos me fascinan, y tu aliento me envenena. ¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro de tu hidalga compasión: o arráncame el corazón, o ámame, porque...

Aprender a desconectar

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