Rosado
¿Qué interés puede tener alguien que anticipa todo y a todos? Cuánto he lamentado la muerte del romanticismo en esta era, la desaparición del morir por amor, del recorrer océanos de tiempo para encontrarnos... y es que ahora parece que hasta caminar durante diez minutos y conversar durante media hora es una tarea excesivamente ardua para tenerla siquiera en consideración.
¡Qué locura eso de luchar por el otro y ponerse al mundo por montera!
El amor ya no está de moda, señores, las relaciones son sólo un pasatiempo intercambiable válido únicamente mientras proporcione placer asegurado o una excusa con la que tapar soledades insoportables y sabernos interesantes para otro.
Atrás han quedado esos tiempos del amor intenso, del amor incontenible, insoportable, el amor prohibido, la pasión desgarradora y el esfuerzo sobrehumano de descubrirnos a nosotros mismos en el alma del otro, de perdernos en ella, de no saber dónde acaba uno y empieza el otro y, aún así, no desaparecer por ello sino renacer en la mejor versión de cada uno, empujado por el otro, empujado por nosotros mismos a ser lo mejor que podamos llegar a ser para él... o para ella.
Y luchar contra todo y contra todos, desarmar prejuicios y derrumbar barreras, enfrentarse a los miedos más oscuros, a los temores y las inseguridades más recónditas... encontrar siempre una mano amiga, una vela al final del túnel de los obstáculos.
No deberíamos conformarnos con nada menos que todo ni guardarnos nada, pero nos hemos acostumbrado a la inmediatez de lo fácil y no valoramos sino la rapidez en obtener lo que queremos y desecharlo también lo más rápido posible para poder centrarnos momentáneamente en el siguiente objeto de deseo. Y ya no compensa la aventura de cuidar lo nuestro cuando es precisamente ese esfuerzo lo que hace que todo valga la pena, esa entrega total y saberse desnudo en cuerpo y alma en unas manos que nos darán abrigo cuando haga frío, que nos moldearán para sacar el tesoro oculto dentro del barro y que conocen todos nuestros recovecos mejor que nosotros mismos.
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