Reflejos en un ojo dorado

Sus recuerdos de aquellas horas eran enteramente sensuales: la espesa alfombra bajo sus pies, la seda cayendo en pliegues, el débil aroma del perfume. Recordaba también el suave calor de aquella piel de mujer, la oscuridad silenciosa... y aquella dulzura extraña dentro de su propio corazón, y la fuerza tensa de su propio cuerpo cuando se inclinaba a la vera de la cama, tan cerca de ella.


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