No quiero niños en cuerpos de hombre...
Bueno, como costaba volver a escribir despues de dejarme las entrañas tras una cutre vitrinita gris... he decidido no hacerlo y tirar de archivo (ole mis huevos). No me hago responsable de los daños colaterales, que conste.
(08/10/08)
Ayer vi a un niño que subia asustado a un tren sin saber su rumbo, simplemente le habian dado un billete y le habian puesto en la puerta de entrada de la estacion.
Estaba solo, no tenia equipaje, dinero ni direccion, pero en ningun momento callo una lagrima de sus ojos, en ningun momento la desesperacion mudo el semblante de su rostro.
Intrigada me acerque a el y me sente a su lado y sin hablarle ni mirarle siquiera nos pasamos dos horas de viaje, mirando el paisaje y escuchando nuestra mutua respiracion; en una parada que hicimos por la noche le pregunte si no tenia miedo y me contesto que le gustaba mirar por la ventana porque el paisaje pasaba muy rapido, y ya fuese bonito o feo no le daba tiempo a saberlo.
Eso no contesto a mi pregunta, pero durante la hora siguiente estuvimos hablando de viajes y deseos infantiles y me conto que no sabia hacia donde iba ni que le deparaba el destino, pero estaba contento de haber encontrado a alguien con quien compartir el camino...yo le conte que solo viajaba para estar conmigo misma.
La ultima hora de viaje nos quedamos dormidos, quiza podiamos haberla aprovechado, quien sabe, pero el solo era un niño y yo estaba agotada de mi dia a dia.
Cuando sono el timbre que indicaba el final del trayecto, nos desperezamos lentamente e iniciamos una despedida silenciosa, sin besos ni abrazos, tan solo...una ultima mirada...
Al acabar el dia me propuse descansar y disfrutar un poco de la belleza del panorama que se abria ante mi, pero sin duda lo que lleno de magia aquel viaje inesperado fue que, a lo lejos, sentado en la arena tibia de la tarde y contemplando como el sol se ocultaba tras el horizonte del mar pude ver a mi pequeño amigo.
Despues de la sonrisa que me ofrecio, puedo decir que creo en los angeles terrenales.
(08/10/08)
Ayer vi a un niño que subia asustado a un tren sin saber su rumbo, simplemente le habian dado un billete y le habian puesto en la puerta de entrada de la estacion.
Estaba solo, no tenia equipaje, dinero ni direccion, pero en ningun momento callo una lagrima de sus ojos, en ningun momento la desesperacion mudo el semblante de su rostro.
Intrigada me acerque a el y me sente a su lado y sin hablarle ni mirarle siquiera nos pasamos dos horas de viaje, mirando el paisaje y escuchando nuestra mutua respiracion; en una parada que hicimos por la noche le pregunte si no tenia miedo y me contesto que le gustaba mirar por la ventana porque el paisaje pasaba muy rapido, y ya fuese bonito o feo no le daba tiempo a saberlo.
Eso no contesto a mi pregunta, pero durante la hora siguiente estuvimos hablando de viajes y deseos infantiles y me conto que no sabia hacia donde iba ni que le deparaba el destino, pero estaba contento de haber encontrado a alguien con quien compartir el camino...yo le conte que solo viajaba para estar conmigo misma.
La ultima hora de viaje nos quedamos dormidos, quiza podiamos haberla aprovechado, quien sabe, pero el solo era un niño y yo estaba agotada de mi dia a dia.
Cuando sono el timbre que indicaba el final del trayecto, nos desperezamos lentamente e iniciamos una despedida silenciosa, sin besos ni abrazos, tan solo...una ultima mirada...
Al acabar el dia me propuse descansar y disfrutar un poco de la belleza del panorama que se abria ante mi, pero sin duda lo que lleno de magia aquel viaje inesperado fue que, a lo lejos, sentado en la arena tibia de la tarde y contemplando como el sol se ocultaba tras el horizonte del mar pude ver a mi pequeño amigo.
Despues de la sonrisa que me ofrecio, puedo decir que creo en los angeles terrenales.
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