- Estoy cansada. - ¿De ésos? - De todos vosotros. - Ah. - Ellos me han dado las más grandes pruebas de amor... Cósimo escupió. - ... Pero no me bastan. Cósimo alzó los ojos hasta ella. Y ella: - Tú no crees que el amor sea entrega absoluta, renuncia de uno mismo... Estaba allí en el prado, hermosa como nunca, y la frialdad que endurecía apenas sus rasgos y el altivo porte del cuerpo habría bastado muy poco para disolverlos, y volverla a tener entre los brazos... Podía decir algo, Cósimo, cualquier cosa para ir hacia ella, podía decirle: "Dime lo que quieras que haga, estoy dispuesto...", y habría vuelto la felicidad para él, la felicidad juntos, sin sombras. En cambio dijo: - No puede haber amor si no se es uno mismo con todas sus fuerzas. Viola hizo un movimiento de contrariedad que era también de cansancio. Y sin embargo, aún habría podido entenderlo, como de hecho lo entendía, es más, tenía en la punta de la lengua las palabras para decir: "Tú eres como yo ...